¡Arranca la Liga Valenciana de Parapente 2025! Crónicas 1er fin de semana

Por fin comenzó la esperada temporada y lo hizo a lo grande, con invitados de lujo desde la Liga Centro, y anfitriones inmejorables en Figueroles (Castellón). El recibimiento que nos hicieron el viernes los amigos con barbacoa incluída nos cargó las pilas para el finde que venía.

Lo cogimos con muchas ganas, y el re-encuentro de compañeros en el almuerzo del sábado lo dejó claro.

La gente lo pasó tan bien que tenemos crónicas múltiples.

RESUMEN DEL FINDE (DAMIÁN, 5 y 6 Abril 2025):

El sábado 5 iniciamos la liga valenciana 2025 después de muchos años en Castellón Figueroles, este día a pesar de que tenía buena previsión el cielo tapado no dejó hacer mucho,nadie pudo completar la prueba pero el buen ambiente del pueblo y su gente nos acogieron y pasamos una tarde y noche especial cerrando este día con una buena torrada organizada por los locales que hicieron que el viaje superara las expectativas de cualquiera el domingo despertamos con muchas ganas de volar y después de un rato estudiando la previsiones de este día se decidió por una manga de muchas idas y vueltas por el valle de Figueroles las condiciones estaban muy buenas algunos ciclos un poco moviditos pero espectacular, en mi opinión se pudo haber quitado algunas balizas pero igual las condiciones estaban espectaculares ,algunos percances pero nada que la organización no pudiera resolver…
Un especial agradecimiento a Sorli, Gerardo, Ivan, Alberto y no sé si se me pasa alguien más pero se encargaron de qué no faltará ni recogidas cuando se dañó una de las furgonetas recuperación de materiales y pilotos en zonas complicadas un fuerte abrazo a la organización y deseando que se repita la liga en este lugar tan especial…

CRÓNICA GANADORA MANGA 1 — LVP25, versión original (LAURA, 5 Abril 2025):

Primer fin de semana de abril. Llegamos a Figueroles un puñado de pilotos de la zona centro, hambrientos de sol y con muchas, muchísimas ganas de echar la primera manga de la temporada. Venimos de meses de cielos grises y vuelos contados, así que la motivación estaba por las nubes, como los techos de ese día.
Los pilotos de la Liga Valenciana nos recibieron con los brazos abiertos, con barbacoa y con las mismas ganas de volar que traíamos nosotros.
La previsión meteorológica prometía: cielos altos, cumulitos simpáticos, y una conflu marcada justo detrás del despegue que dibujaba el camino al gol y más allá. Todo pintaba de lujo… salvo por un pequeño detalle: parece que trajimos la lluvia en la mochila, y el ambiente estaba más cargado de lo esperado.
Después de un «esmorzar» de campeonato (madre mía, cómo se cuida esta gente), subimos al despegue. El día arranca con los típicos despistes post-hibernación competitiva: yo me dejo el móvil en el coche, otro piloto se ha quedado abajo en el aterrizaje… Total, que como siempre, llego al despegue corriendo, con el briefing ya hecho y con el corazón a ritmo de carrera antes incluso de despegar.


Se plantea una manga juguetona: un pequeño tiki-taka delante del despegue (si jugabas bien con las líneas, ni te tocaba bajar a los 900 metros del espacio aéreo limitado), y luego rumbo norte: Penyagolosa con radio grande, Adzaneta, Torre d’Embesora y gol en Orenga.

Despego más tarde de lo que me gustaría, a 20 minutos del start, y ya hay pilotos flotando alto.
El ciclo que me toca es flojo y roto. Nos cuesta encontrar ascendencias. Los que estaban arriba comienzan a bajar… pero finalmente pillo un cerito decente, roto pero prometedor. Me aferro a él como a un clavo ardiendo, y poco a poco se transforma en una térmica buena, que nos lleva al límite de altura. Arriba sí que está bueno, y el reto ahora es justo lo contrario: no pasarse.
Llega el start. Los que estamos bien posicionados salimos a fuego. Vamos a por la primera baliza sin soltar el acelerador. A mi derecha tengo a Sorli, que con su Magus me adelanta como un cohete, pasándome por debajo para clavar el punto optimizado dentro de los 900 m. A mi izquierda va Yesid. Vamos flotando a lo largo de la línea, aprovechando lo flotón que se va a la altura buena. Detrás, el resto del grupo nos pisa los talones.
Tocamos la baliza y Yesid y yo regresamos a la térmica del despegue. Boris, Sorli, Juan Carlos Becerra (Marull) y algunos más deciden apoyarse en la ladera sur. Parece que su estrategia funciona mejor: ellos suben rápido, mientras nuestra térmica es potente pero rota, y nos cuesta escalar. Me planteo cambiarme, pero iría a la cola, así que decido arriesgarme y quedarme. Yesid sí cambia, pero justo cuando lo hace, mi burbuja se refuerza y la térmica del otro grupo se muere. Me quedo sola arriba, viendo cómo el resto intenta alcanzarme sin éxito. La burbuja es solo mía.
Detrás, todo se ha puesto en sombra, pero tengo que moverme si no quiero pasarme el límite de altura. Apunto a una nubecita formándose tímidamente en medio de la sombra. Encuentro descendencias por todas partes. Ya estoy casi buscando dónde aterrizar cuando doy con un cerito. Me mantengo, observando. El resto de pilotos no consigue altura para lanzarse conmigo, hay una pequeña mancha de sol, pero está lejos para la altura que tengo. Así que aguanto y espero. Tras un buen rato luchándolo, la térmica mejora. Cuando llego a 1200 se dispara y tengo que salir de ahí.
Tengo que decidir: o espero al grupo, o sigo. Toco la baliza, y aunque sé que es una mala idea —que seguramente no encuentre térmica yendo sola, aterrice y me pasen por encima— me lanzo al valle en sombras. Por suerte, voy encontrando pequeñas ascendencias que me permiten flotar. Veo al grupo lanzarse: Mario se une a mí en una térmica sobre Adzaneta, Levi viene por debajo, Boris lo intenta por las colinitas del este, y una vela azul que no reconozco navega por las colinas del oeste.
Mario se vuelve para tocar la baliza, yo sigo. Voy cada vez más baja, pero manteniéndome viva a base de ceretes. Y de repente, se acabó el avance. Ha entrado un viento NO que no estaba en el guion. Giro lo que puedo, pero las térmicas están rotas, derivadas, y ni los pájaros consiguen subir. Es el momento de dejarlo y aterrizar con seguridad. Elio aterriza un poco más atrás, y el resto parece que va por el mismo camino.
Así que eso fue todo. La marinada entró antes de lo previsto, empujada quizás por esa
humedad que trajimos desde Madrid, y nos cerró el día antes de tiempo.
Recogida con ambientazo, animando a los ciclistas de la carrera que pasaba por allí, y tarde- noche de risas, barbacoa y cachondeo. ¡Así se empieza una temporada!

By Laura Puente

CRÓNICA GANADOR MANGA 2 — LVP25, versión original (BORIS, 6 Abril 2025):

Segundo día en Figueroles. Amanecemos con el recuerdo fresco de la manga del sábado y las piernas aún con sabor a barbacoa. El ambiente sigue igual de animado: pilotos madrugadores, cielo despejado y esa mezcla entre nervios y emoción que se respira solo en días buenos de vuelo.

La previsión parecía un calco del día anterior, pero algo más seca y estable, con menos confluencia y techos un pelín más bajos. Aun así, la organización se saca de la manga un recorrido de 49,3 km que nos lleva de excursión por todo el terreno de juego: varias idas y venidas con radios generosas, y un gol que nos exige estrategia más que suerte.

Subimos al despegue con buen ritmo, esta vez sin olvidos importantes (al menos que yo sepa). El briefing claro, el ambiente distendido, y el start programado para las 14:40. Uno a uno vamos despegando, cada quien con su táctica en mente.

En mi caso, la cosa arranca bien desde el principio: engancho rápido una buena térmica y me posiciono bien para el start. No estoy solo, claro: José Abad está por ahí, también Alberto Plans y varios más con ganas de dar guerra. Pero el día recompensa la paciencia. No es uno de esos vuelos de “salgo, subo y acelero”, sino más bien de ir leyendo el terreno, el cielo, y sabiendo cuándo frenar y cuándo darle caña.

Los primeros radios se suceden sin demasiados sustos. Eso sí, el tramo hacia el este se pone técnico: el viento comienza a entrar y rompe las térmicas justo cuando más falta nos hacen. Ahí es donde muchos empiezan a caer: la línea no está fácil, hay que trabajar cada metro. Me esfuerzo por mantenerme centrado, flotando bajo y enganchando burbujas pequeñas pero útiles.

Ya cerca del final, consigo enganchar una línea decente que me lleva justo al gol, completando los 49,35 km en poco más de dos horas. El aterrizaje sabe a gloria, pero más aún ver que solo cinco pilotos logramos cerrar la manga. El día no regalaba nada.

Por detrás van llegando algunos, otros se quedan cerca, y unos cuantos más se ven obligados a aterrizar mucho antes. Eso sí, el espíritu sigue intacto: abrazos, risas y la típica frase de “¡qué duro estaba hoy!”.

En resumen: una manga exigente, técnica y muy bonita. De esas que te dejan pensando en qué podrías haber hecho mejor, pero también con una sonrisa por haber conseguido llegar. ¡Así da gusto empezar la temporada!

Nos vemos en la siguiente.

By Boris Plamenov

Mención especial a todos los anfitriones del fin de semana, difícil nombrarlos a todos, que nos recibieron con los brazos abiertos, mucho cariño y abundantes viandas. Se preocuparon por todos los detalles y pusieron de su parte todo lo que podían y más. Muchas gracias a todos por hacerlo posible.

Y a continuación las crónicas v2.0 para reírnos un rato:

CRÓNICA GANADORA MANGA 1 — LVP25, versión 2.0 (LAURA, 5 Abril 2025):

Crónica de un vuelo en tierras del sol: El juego del aire
Los cielos del norte estaban cubiertos de sombras y lluvia. No era tierra para volar. Así que los clanes del aire partimos hacia el sur, hacia las tierras cálidas de la Liga Valenciana, donde el sol reinaba, los techos eran altos y los cúmulos, perfectos heraldos de batalla.

Fuimos recibidos como guerreros: con fuego (barbacoa), vino y hospitalidad. Pero el verdadero festín aguardaba en el aire.

El día elegido amaneció con promesas en el cielo: una confluencia poderosa, techos que rozaban los límites de lo permitido, y un trazado de manga digno de estrategas. Había que avanzar y retroceder frente al despegue sin invadir los dominios de los cielos prohibidos, para luego internarse más allá, hasta Adzeneta, y finalmente conquistar el gol en Catí.

Despegué tarde. Demasiado tarde, quizás. La primera térmica era débil, rota. Parecía una emboscada del aire. Pero hallé un pequeño bastión: un zerete obstinado, y allí resistí. Subí, poco a poco, desafiando las fuerzas invisibles que me querían en tierra. Alcancé altura suficiente justo antes del Start. Sonó la señal. La batalla había comenzado.

Volamos en formación, veloces, decididos. La primera baliza cayó sin resistencia. Pero al girar hacia la segunda, Sorlí, con su veloz Magus, descendió como un halcón, cortándome el paso para reclamar el punto optimizado al borde del reino de los 900 metros. Yesid y yo cabalgamos el borde del espacio aéreo, buscando ascendencias que se escondían como espectros.

Al volver al despegue, las fuerzas se dividieron. Yesid se unió a un grupo que perseguía una térmica al sur. Yo me quedé sola, aferrada a una corriente poderosa pero caprichosa. Aposté. Y gané. Mientras su térmica se disipaba como humo, la mía rugía. El grupo volvió a mí, pero desde abajo. Ya era tarde. Yo estaba arriba. Demasiado arriba para esperar.

Crucé el valle sola. Oscuro. Silencioso. Sin promesas. Encontré un cero. Lo defendí como si fuese una fortaleza sitiada. Mientras otros caían, ese mísero ascenso se transformó en gloria: una térmica que me devolvió al reino de los altos vuelos.

Avancé hacia la tercera baliza. Me uní brevemente a Mario, mientras otros cabalgaban las colinas, buscando caminos hacia el cielo. Pero el día, como todo lo bueno, empezaba a morir.

Un viento del noroeste —traidor, inesperado— irrumpió en la escena. La marinada entró como una horda salvaje, rompiendo lo poco que quedaba de las térmicas. El campo de batalla se volvió hostil. El aire ya no era aliado, sino enemigo.

Aterricé con dignidad, mi misión cumplida hasta donde los dioses del aire permitieron. Elio llegó poco después. Los demás, aún luchaban su propia guerra con un cielo que ya no quería volar.

No se conquistó el gol. Pero se voló. Se peleó. Y en el mundo del parapente, volar solo en un valle oscuro y salir por encima, es una victoria que vale más que cien kilómetros.

By Laura Puente + IA

CRÓNICA GANADOR MANGA 2 — LVP25, versión poética 2.0 (BORIS, 6 Abril 2025):

Balada del Segundo Día – Figueroles, Abril Glorioso

Despunta el sol sobre Figueroles,
el alba arde en su esplendor,
la tierra guarda los temblores
del vuelo y su ardor.

Las piernas duelen, alma despierta,
recuerdos vivos del ayer,
mas la pasión aún no está muerta:
¡hoy se vuelve a renacer!

Pilotos brotan con la aurora,
velas al hombro, fe tenaz.
El cielo claro nos devora
con su promesa fugaz.

La previsión, como un espejo
del día antes, casi igual,
pero el termal es más añejo,
y el techo, menos leal.

Cuarenta y nueve son los reinos
que hay que cruzar sin titubear.
Radios anchos, cielos dignos,
el gol nos vuelve a llamar.

Subimos todos, decididos,
al despegue celestial.
No hay olvidos ni quejidos,
solo un viento colosal.

Catorce y cuarenta suena el canto,
y uno a uno al aire van,
como halcones sin quebranto,
con la ruta en su plan.

Mi vela asciende, noble y pura,
una térmica me alzó,
y ya en la danza de altura,
el juego se inició.

José Abad en mi costado,
Alberto ruge más allá.
Cada uno, bien trazado,
sabe cuándo y cómo irá.

El tramo al este es un quebranto:
el viento ruge sin piedad.
Térmicas rotas, cielo espanto,
prueban la voluntad.

Muchos caen, con valentía,
otros luchan sin ceder.
Yo persisto en la osadía:
¡ni un solo metro a perder!

Floto bajo, pero firme,
atrapando lo que da,
la esperanza, como un firme
hilo de eternidad.

Y al final, la línea justa
me recibe sin rencor.
Cruzo el gol, la vela gusta
de abrazar el sol mayor.

Solo cinco, los que cierran
este círculo inmortal.
Los demás, aunque se aferran,
caen en gloria igual.

Brotan risas, manos tensas,
“¡qué duro fue hoy!”, se oyó.
Mas la lucha, tan inmensa,
al alma engrandeció.

Fue batalla, fue poema,
fue un susurro del dios viento.
Y el que vuela, ya lo tema:
vendrá otro enfrentamiento.

Nos veremos en la siguiente,
con el alma en pie de guerra.
¡Que el cielo nos tenga enfrente
cuando ruja la sierra!

By Boris Plamenov + IA